El pueblo chileno dio un ejemplo más de conciencia y fuerza el pasado domingo 25 de octubre. La Constitución heredada de la dictadura de Pinochet fue rechazada por el 78% de los votantes en el plebiscito que movilizó a 7,5 millones de personas, la mayor participación electoral en la historia del país.
André Ferrari, LSR (ASI en Brasil)
Los votantes también repudiaron al Parlamento actual al optar por amplia mayoría (79% de los votos) que la nueva Constitución sea redactada por una Convención Constituyente 100% elegida por el pueblo. La propuesta rechazada requería que la mitad de la Convención Constituyente estuviera formada por parlamentarios actuales.
La propuesta aprobada implica también la adopción de la paridad de género en este nuevo órgano constituyente a ser elegido en abril, lo que representa un logro importante y sin precedentes.
El plebiscito representó un gran paso adelante en la lucha por enterrar los escombros de la dictadura asesina de Pinochet, que combinó neoliberalismo y terrorismo de Estado, y que sobrevivió en gran medida en los 30 años de una “democracia” limitada y antipopular.
Este resultado no solo es una derrota de la derecha ‘pinochetista’, también es una bofetada a todos los políticos llamados ‘democráticos’ que, incluso después del fin de la dictadura, se negaron a promover cambios efectivos en el sistema político, económico y social en el país.
La enorme desigualdad social y la falta de derechos básicos, como el acceso a la educación, la salud y la jubilación, terminaron provocando una potente explosión social cuyo detonante fue el aumento de las tarifas del metro de Santiago. Desde entonces, el pueblo chileno ha salido a las calles con una enorme voluntad de lucha y coraje.
La conquista del domingo fue el resultado de la lucha masiva, incansable, heroica y radical de la juventud, las mujeres, el pueblo mapuche y toda la clase obrera chilena.
El levantamiento de masas mostró la fuerza de la clase trabajadora y de todos los oprimidos. Se enfrentó a la represión salvaje, cobarde y asesina de Carabineros y al arresto de miles de activistas. Logró imponer un retroceso al gobierno y a la clase dominante en Chile.
Pero la batalla apenas comienza. Las urnas no sustituyen a las luchas. Debe continuar la movilización por el fin de la represión estatal, por la liberación de los más de dos mil presos políticos y por el castigo de los responsables de las muertes y consecuencias de la represión.
Como responsable directo de la cobarde represión, Piñera tiene que caer ahora. No se puede admitir que haya un proceso constituyente verdaderamente democrático bajo un gobierno tan autoritario y antipopular.
También debe seguir la lucha contra las maniobras y trampas creadas para amordazar y contener la voluntad del pueblo en el proceso constituyente. Este es el caso del requisito de 2/3 para la aprobación de medidas en la nueva Convención Constituyente, que puede ofrecer a los sectores de derecha y conservadores un veto a las medidas más avanzadas.
En este momento, es necesario profundizar la organización de base a través de Asambleas Populares en barrios, escuelas y lugares de trabajo, para debatir qué nueva Constitución se necesita y cómo debe representar una ruptura real con el sistema político y económico actual en Chile. Que los representantes populares a ser elegidos en abril sean el resultado de esta organización, debate y movilización de base.
No podemos aceptar nada menos que una Constitución que garantice la educación pública, la salud y la jubilación para todos los chilenos. Que garantice los derechos de las mujeres y los pueblos indígenas. Que ofrezca condiciones para la defensa del medio ambiente. Que ponga los recursos naturales y los sectores clave de la economía bajo el control de los trabajadores. Que los superricos paguen la crisis y garanticen puestos de trabajo, salarios y democracia a los trabajadores. Fue con la lucha de masas que se logró la apertura del proceso constituyente, será con la lucha de masas que se podrá utilizar para transformar radicalmente la sociedad. Para eso es necesario construir una alternativa socialista y revolucionaria.