“Nosotros heredamos el viejo aparato estatal y eso fue nuestra desgracia. Muy frecuentemente este aparato trabaja contra nosotros” Vladimir Ilich Lenin
11/08/2016, José Pacheco y William Prieto. Socialismo Revolucionario (CIT en Venezuela)
En los últimos tiempos, en algunos portales de noticias, se leen escritos sobre el inminente giro hacia la derecha de la región, justificado en el triunfo de Macri en Argentina, las elecciones legislativas en Venezuela, el referéndum en Bolivia, la salida de Dilma Rousseff en Brasil a través de una jugada en el parlamento brasileño, y los problemas que enfrenta el gobierno de Bachelet en Chile.
Se debe evaluar por una parte a estos gobiernos de corte progresista, que nunca han roto sus vínculos con el estado burgués, que por lo tanto siguen sosteniendo el capital mundial, y que ni siquiera emprendieron el camino a un estado obrero. Por otra parte, las repercusiones de la crisis mundial del capital tocaron a los países de América latina debido al descenso en la demanda de materia prima por parte de China, como petróleo, cobre, zinc, plata, plomo, oro y otros minerales, etc. Esto ha llevado a estos estados a frenar la ayuda social a los sectores más desposeídos y, en algunos casos, la baja en las importaciones de artículos de primera necesidad tal es el caso de Venezuela.
Al analizar los gobiernos de la región vemos como los de Lula y Dilma en Brasil y la era Kirchner en Argentina nunca propusieron una alternativa ante la hecatombe del capital mundial. Por el contrario, lo intentaron fortalecer en sus propios países, lo cual ha llevado al deterioro de dichos gobiernos conforme avanzaba la crisis del capital, lo cual ha sido terreno fértil para el resurgimiento de los factores de derecha para erigirse como supuesta alternativa.
En el caso de los gobiernos como Venezuela, Bolivia y Ecuador, reivindicaron de palabra el socialismo del siglo XXI, pero en la práctica han sido gobiernos reformistas con grandes ataduras con el capital mundial y que no se proponen ir más allá de la retórica de transformar el estado burgués. Por el contrario, la crisis del capital mundial demuestra que la reformas que llevaron a cabo estos gobiernos son reformas socialdemócratas y no revolucionarias, pero tampoco tuvieron continuidad en el tiempo y por el contrario al agudizarse la crisis del sistema capital las llevaron al fracaso. Es por eso que el socialismo no fracasó en América latina. Por el contrario, esto ha demostrado que toda reforma hecha bajo el marco del estado burgués se convertirá en el tiempo en nada si no va acompañada con medidas para acabar con el capitalismo. Por el contrario le impondrá a estos estados medidas en el marco del capital que solo terminarán pagando las clases más desposeídas.
En el caso del gobierno de Bachelet, surge de una concertación (hoy llamada la nueva mayoría) de partidos políticos de diferentes tendencias, incluso de la izquierda como el Partido Comunista Chileno y que le dieron matices de izquierda. Este gobierno, en realidad, no tiene ninguna diferencia con el gobierno de Piñera, ya que siguen utilizando leyes de la dictadura de Pinochet e incluso no han dado beneficios sociales a su población. Esto ha llevado al pueblo a protestar contra este gobierno, llevando al gobierno de Bachelet hacer en la región uno de los menor popularidad con tan solo 31%.
¿Pero realmente América Latina está girando hacia gobiernos de tendencia de derecha e incluso neoliberal, basado en los ejemplos del gobierno de Macri en Argentina? Este ganó con poco de margen y apenas tomó posesión quiso imponer medidas económicas en el marco del neoliberalismo, por lo cual el pueblo argentino ha salido a la calle a protestar las medidas, y no ha tenido paz en su poco tiempo en el poder. En el caso de Brasil, el gobierno de Temer fue impuesto por el parlamento después de la salida del poder de Dilma - que ya venía en declive por las denuncias de corrupción y la caída de la economía brasileña. Temer no ha podido imponer un gabinete, ya que todos están salpicado por la misma corrupción por la cual despojaron del poder al lulismo.
En México, el gobierno de Peña Nieto, salido de las filas del PRI, no la ha tenido fácil porque a la crisis de la caída de los precios del petróleo se le suma la crisis de institucionalidad ante los escándalos de desaparición de dirigentes sociales que han denunciado cómo los tentáculos del narcotráfico han tocado a las instituciones del estado. Le ha dañado el caso de los 43 desaparecidos en Ayotzinapa y que en su búsqueda se han encontrado fosas con cuerpos de otros desaparecidos; y la denuncia de represión a los maestros en Oaxaca, que protestan desde hace años en contra de la reforma educativa porque supone una precarización laboral y la privatización parcial de la educación.
En Perú, el gobierno de Ollanta Humala reprimió las protestas populares en contra de la minería. Y en Colombia los campesinos protestan con un paro agrario en contra del gobierno de Santos que llevó a los órganos represivos del estado a atacar violentamente la protesta, incluso asesinando a manifestantes.
El proceso hacia la restauración del capital en Cuba es una excusa que utilizan los analistas de derecha para decir que el socialismo en América Latina fracasó, sin tomar en cuenta que la revolución cubana desde hace muchos años sufrió una paralización en el desarrollo del socialismo y cayó en contradicciones que han llevado a los líderes a restaurar el capital que ha comenzado tendiendo puentes con los Estados Unidos. Estos han ido suavizando el bloqueo económico que tenía con la isla para que sus empresarios puedan invertir sin restricciones y adelantarse a inversiones de la comunidad europea, Rusia y China.
Estados Unidos refleja su crisis económica dejando a Puerto Rico vivir su peor crisis económica que ha llevado a la quiebra de la isla y a niveles de pobreza. Esta experiencia no es nueva en la crisis que sufre todo EEUU y se evidencia en su propio territorio con la bancarrota que ocurre en la ciudad de Detroit, donde de los 700.000 habitantes que tiene la ciudad, el 60% vive en pobreza, con un 18% de desempleo y 140 millas de casas y escuelas abandonadas.
En todo este panorama nos preguntamos dónde se encuentra la izquierda consciente y revolucionaria en muchos países, donde los gobiernos progresistas realizaron reformas importantes pero insuficientes. La izquierda de estos países y la mundial se puso a la cola de estos procesos sin realizar las críticas y plantear perspectivas que pudieran llevar los procesos a una liquidación de sus estados burgueses y ahora se pagan las consecuencias de su complicidad.
Es lamentable pero la crisis mundial del capital seguirá agudizándose en el mundo y se demuestra que ningún gobierno que se limita a trabajar bajo el estado burgués podrá darle una alternativa a los pueblos oprimidos por el sistema y será el pueblo que busque su verdadera liberación del sistema que quiere llevar al mundo a su extinción. Debemos organizarnos en la creación de partidos revolucionarios que puedan enfrentar en los próximos años la catástrofe que se avecina. La unidad de las clases oprimidas es la ruta para no seguir pagando el fracaso de los gobiernos que no quieren romper con el sistema capitalista.
Desde nuestra perspectiva, hay un panorama complejo y convulsionado en la región, con países que siguen estables, y países que están sufriendo procesos de estancamiento y derechización como Venezuela, Argentina y Brasil. A simple vista pareciera que el proceso en la región se está dando lugar con un fenómeno polarizado entre un sector liberal y otro más conservador, dejando al margen a la izquierda revolucionaria, pero esto es una imagen falsa de la región. Los movimiento subterráneos productos de las profundas contradicciones sociales y políticas de la región hacen que cualquier análisis quede ridiculizado, lo vemos con los eventos en México y con los que fue el proceso de finales de los 90 en Venezuela.
La izquierda revolucionaria en el la región no solo tiene el reto de reorganizarse y lograr formar plataformas amplias que ofrezca un alternativa a las actuales situaciones. Al mismo tiempo debe hacer grandes esfuerzos para no equivocarse de rumbo y caer en la trampa de “social-democratizarse” y del electoralismo democrático burgués. La combinación de las demandas democrático burguesas con las tareas revolucionarias socialistas son hoy más que nunca una clave en todo el proceso, pero el factor de dirección y organización es la gran debilidad. Los intentos recientes de PSOL en Brasil, FIT en Argentina, nos dan algunas luces de lo que se puede hacer y no hacer. Hay lecciones importantes que hay que sacar de estas experiencias de organización política de la clase trabajadora. En ellas y en las que están por desarrollarse hay mucho de lo que podrá ser o no ser en las próximas luchas por venir.
Hay que poner en agenda el tema de la nacionalización de los recursos estratégicos bajo control democrático, el tema de la distribución de la riquezas, los derechos laborales y democráticos fundamentales, la cuestión de los derechos a servicios básicos de salud y educación, la cuestión de la tierra y la soberanía, son cuestiones que marcarán las luchas y que los revolucionarios debemos estar preparado lo más posible para poder intervenir y ayudar al movimiento avanzar hacia la izquierda, hacia la posibilidad de un revolución socialista genuina.